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Fuegos de verano (1966)

Fuegos de verano
105 min.
7,0
281
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Trailer (FRANCÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
Sinopsis
En un pequeño pueblo francés, una mujer (Jeanne Moreau), a quien todos llaman "Mademoiselle" por tratarse de la profesora del pueblo, provoca una inundación en el establo cuando todo el mundo anda en una procesión. Por otro lado un atractivo inmigrante italiano, Manou (Ettore Manni), despierta en ella un gran interés, al que él no corresponde. Mientras, en el pueblo, los hombres comienzan a dirigir sus miradas a un posible culpable sobre las inundaciones y otros incidentes que han alterado la paz de la localidad. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Mademoiselle
Duración
105 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Reino Unido;
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Premios
1966: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
1967: Premios BAFTA: Mejor diseño de vestuario. 2 Nominaciones
7
La condición humana: cuando Jeanne Moreau se convirtió en perra
El personaje de Jeanne Moreau lleva un infierno ardiendo en su pecho. Los modales, las buenas costumbres, la prudencia, la castidad. Aquí el sexo reprimido deriva en incendios provocados, inundaciones, envenenamientos. Jean Genet lanzó un escupitajo (igual de rabioso que el que proyecta el chaval del film en el desenlace) a la moral de esas sociedades provincianas, pacatas e hipócritas que refleja la película.

Delicioso cuento cruel adaptado, con su personal estilo analítico, por Marguerite Duras, Mademoiselle es otra inmersión en los abismos de la psique humana, un análisis sobre la inhibición de nuestros propios deseos y como dicha inhibición puede engendrar verdaderos monstruos. Por debajo subyace una búsqueda desesperada de la felicidad, enfrentada al corsé de una corrección política castradora, sumamente oscura. Le pierde a veces un simbolismo demasiado fácil, pero el retrato de personajes es exacto y certero, puro veneno.

Tony Richarson coloca la cámara en puntos muy concretos y, sobre todo, a una distancia muy determinada, demostrando que aquello de Godard de que un "travelling es una cuestión de moral" es absolutamente cierto. La hermosa fotografía de David Watkin, plagada de claroscuros, termina de dar forma a este relato de autodescubrimiento que culmina con uno de esos desenlaces dolorosos que cuesta olvidar.

Abucheada en Cannes el día de su estreno y hoy casi olvidada, merece sin embargo una reivindicación.

Lo mejor: una fascinante y odiosa Jeanne Moreau.
Lo peor: aburre un poco.
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22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La concubina de Satán
Se abre el telón y aparece Jeanne Moreau haciendo hijaputeces a sus convecinos de un pueblecito rural. Se cierra el telón y Moreau sigue mirando a cámara, sonriendo mientras se acerca a contemplar su obra, tras escuchar un sonido procedente del campanario. Parece "Mademoiselle" una obra filmada por el mismísimo Satán, que juega a ser espectador y a manejar los hilos de una impresionante Jeanne Moreau, que no interpreta; vive.

Tony Richardson es simplemente una pieza más en el juego del señor del averno. Pero menuda pieza. Cómo filma y selecciona encuadres, cómo es capaz de extraer la fuerza de cada elemento del escenario, de cada detalle. Pero el verdadero genio aquí es David Watkin, cuya fotografía no sólo insufla de energía al relato sino que lo ensucia, lo hace más diabólico, utilizando un blanco y negro repleto de claroscuros, empleando la luz para crear imágenes poderosas y memorables. No es difícil pensar en un Tarkovsky en las imágenes de más fuerza de "Mademoiselle", una película que parece que carga el mismísmo demonio y que habla de la represión sexual, de los celos y del daño que se puede hacer sin reparar (ni interesarse) en las consecuencias.

Moreau vive y respira a su Mademoiselle. Ettore Manni hace ésta tenga calores, que se pase la lengua por los labios y se libere un pecho. La perra se convierte en loba. Y aulla, tan alto, y con tanta fuerza, que las consecuencias no encuentran los límites. Tony Richardson filma (Satán mediante) una de las películas más endiabladas que he visto. Tan ambigua y abstracta como el propio amor atrapado en un corazón que se abre por primera vez la pasión. Michael Haneke la habría firmado sin dudarlo. Inmensa.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
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