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Secreto tras la puerta (1947)

Secreto tras la puerta
99 min.
6,7
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Suscripción
Introducción (INGLÉS)
Sinopsis
Celia, una rica heredera, conoce a Mark, un hombre atractivo y misterioso. Se enamoran y pocos días después se casan. A medida que Celia va conociendo la vida de su marido, empieza a sospechar que oculta secretos que ella ni siquiera puede imaginar. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Intriga Romance Thriller Cine negro Drama psicológico Melodrama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Secret Beyond the Door...
Duración
99 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
"Interesante drama psicológico, dirigido con habilidad y sentido del suspense. No es un clásico, pero tiene algunas escenas realmente conseguidas"
[Diario El País]
4
3
Positiva
1
Neutra
0
Negativa
7
La séptima puerta
Uno de los cuatro films de Fritz Lang (1890-1976) que componen su ciclo central de cine negro. El guión, de Silvia Richards (“Encubridora”, Lang, 1952), desarrolla un argumento de Rufus King. Se rueda íntegramente en los Universal Studios, con un presupuesto ajustado. Producido por Fritz Lang y Walter Wanger para Diana Productions/Universal, se estrena el 1-I-1948 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en NYC, Méjico y en la mansión Blaze Creek, de Lavender Falls, localidad no muy alejada de NY. La acción tiene lugar en un tiempo deliberadamente indefinido, que se identifica por el vestuario, el modelo de los teléfonos y partes del mobiliario, como próximo a 1947. Celia (Bennett), de unos 30 años, soltera, adinerada y con novio de toda la vida, Rick Barrett (Cavanah), se va de vacaciones a Méjico con su amiga Edith Potter (Schafer). Allí conoce a Mark Lamphere (Redgrave), arquitecto, de unos 40 años, editor de una revista especializada de arquitectura. Se enamora de él y de inmediato se casan. Otros personajes relevantes son Carolina “Carrie” Lamphere (Revere), hermana de Mark, Miss Robey (O’Neil) y David (Dennis), hijo de Mark.

El film suma diferentes géneros: melodrama, drama psicológico, crimen, cine negro, misterio, suspense y thriller. Algunos analistas de la obra de Lang consideran que, dentro de su filmografía de cine negro, sobresale una tetralogía que forma la etapa central del mismo. Integra “La mujer del cuadro” (1944), “Perversidad” (1945), “Secreto tras la puerta” (1948) y “House by the River” (1950). El tema principal de los cuatro films es la exploración de la ambigüedad de las relaciones entre el ser humano, la ética y el apremio del deseo.

La principal característica que singulariza al film es la variada mezcla de géneros en que se basa. El acierto que consigue el realizador en la dosificación y construcción de la obra la convierten en una admirable pieza única, una cautivadora rareza del autor. Se trata de un trabajo de encargo, que no constituye una de sus obras preferidas, ni es una de sus obras maestras, pero es un trabajo notable, limpio, interesante y absorbente, que merece ser tenido en cuenta por su carácter peculiar y por algunas escenas resueltas con maestría.

La trama se presenta colmada de ambigüedades, que introducen en el film un sesgo de ensoñación y misterio que le confiere densidad, complejidad e interés. Quedan sumidas en la ambigüedad las tendencias sadomasoquistas que se sugieren, algunos traumas psicológicos de la infancia, las obsesiones paranoicas de algunos personajes, las fobias y las manías pirómanas de otros. A ello contribuye el hecho de que la voz en “off” oscila entre la protagonista y su marido, ampliando las dimensiones de la confusión, las dudas y los interrogantes, que sólo gradualmente y lentamente se van desvelando.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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55 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Muerte entre las flores
En los sueños de Celia hay narcisos, claveles y lilas, y ella sospecha, tal vez no sin razón, que entre los pétalos de esas flores está escrito su destino: peligro, sangre y muerte. Celia es rica y hermosa y nada le sería más fácil que huir de sus propias premoniciones, casarse con el joven apuesto y atento que la ronda, vivir sin preocupaciones por el resto de sus días. A la hora de buscar marido, Celia se fijará, sin embargo, en quien podría hacer realidad sus peores pesadillas: un hombre tan atractivo como inestable, de pasado incierto y mirada brumosa, que no colecciona precisamente llaveros o latas de cerveza, sino secretos y mentiras y habitaciones enteras que recrean, con todo lujo de detalles, el escenario del crimen de antiguos asesinatos conyugales. Siete estancias y siete puertas. Y sólo seis están abiertas.

Al hablar de esta película, como en tantos otros casos, habría que empezar definiendo qué se entiende por “obra menor”. Esta lo es, desde luego, y no porque sea mediocre o impersonal en exceso o, ni mucho menos, indigna de su autor, sino por la gran altura de la mayor parte de los trabajos que Lang realizó en aquellos años. Comparada con algunas de esas obras, “Secreto tras la puerta” es más bien poquita cosa, para qué engañarnos. Analizada individualmente, sin embargo, no es difícil ver en ella indudables destellos del inmenso talento de quien la firma.

La mayor parte de sus carencias derivan, de hecho, no de un supuesto desfallecimiento de la indudable destreza de Lang sino de su argumento, plano y convencional y excesivamente apegado a las modas y clichés del cine de su época, en especial de algunos de los grandes éxitos de Hitchcock, algunas de cuyas tramas mezcla y recrea de modo algo deslabazado y sin mucha convicción, cosa nada rara siendo éste un mero trabajo de encargo. Ahí tenemos, como en “Rebeca”, a una inocente joven que se casa y entra a vivir en una suntuosa mansión con misterio y extraños moradores incluidos, en compañía de un marido que, como en “Sospecha”, trama tal vez asesinarla y que es, a su vez, víctima de un antiguo y doloroso trauma interior en cuya resolución, como en “Recuerda”, tendrá capital importancia la aplicación providencial del psiconálisis freudiano.

Pero ahí está Lang, sobreponiéndose a una historia, en muchos aspectos, incluido su desenlace, simplona, pueril y anodina, punteándola con escenas memorables y dotadas de una atmósfera irreal, onírica y fantasmagórica, dosificando la intriga en un sabio y asfixiante crescendo, jugueteando con la voz narrativa para sobresalto del espectador, hurgando con sutileza en la personalidad esquiva y tortuosa de la propia Celia, esa “Bella Durmiente que quiere despertar”, una mujer sin apenas experiencias vitales que parece, a menudo, correr voluntariamente hacia la autodestrucción, como si quisiera, en el fondo, darles la razón a sus sueños y encontrar la muerte tras abrir la última puerta que la separa de ella. Y morir y despertar al mismo tiempo.
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31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
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