Take Me to the River (2015)

Terminando de ver “Take Me to The River” (2015) de Matt Sobel con Logan Miller, Robin Weigert, Josh Hamilton, Richard Schiff, Ursula Parker, entre otros. Película de suspense, sobre un adolescente recién salido del closet, asiste con sus padres a la reunión familiar en el campo, cuando es sospechoso de abuso sexual hacia una menor, y en el camino, se revelarán aborrecibles secretos familiares. La película de tono “indie” de bajo presupuesto, toca temas como la identidad, el conservadurismo, el pasado, la familia, la sexualidad, las malas interpretaciones, la venganza, etc. Todos estos temas se toman en serio, y se representan de forma adecuada, pero los actores son los que brillan en el paisaje natural, que es tan hermoso que inquieta, y en un no tan logrado guión. La historia es atractiva, y Sobel mantiene la tensión en toda la película, hay escenas que generan preguntas y preocupaciones desagradables, mostrando cómo una familia en un determinado ambiente, puede convertirse en blanco de la injusticia y la crueldad. Aquí no sabemos lo que está sucediendo, pero se intuye, y eso cobra factura porque deja a que sea el espectador quien decida, manteniendo suficiente distancia para sugerir narrativas alternativas, desde otras perspectivas, y puede juzgarse muy mal, aunado a las muchas decisiones ilógicas y absurdas: ¡Ningún padre dejaría que su hijo fuera solo a la casa del hombre que lo increpó delante de toda la familia! Hubo algunas decisiones, necesarias para mover la trama, que no son creíbles, pero destacan para el desarrollo de la historia y el lucimiento actoral. Además, un padre siempre apoya a su hijo, aun cuando se sabe de un secreto peor que revelarse homosexual, el cual es haber sido víctima de abuso sexual. Al igual, no pude entender, por qué la familia se quedó en lugar de irse después de las suposiciones… La película genera mucha tensión, que es la constante en todo el metraje, que mantiene al espectador hasta ver cómo terminará la historia, una que deja muchos cabos abiertos, y uno se siente frustrado porque queda como un ejercicio de crueldad mental, donde uno no tiene muy claro quién es el sádico en una venganza, en apariencia, incomprensible, y que marcará para siempre. Del reparto, cada actor es excelente en su papel, y en un momento se sentirá como si la cámara graba lo real: Un joven inocente y sexualmente ingenuo, una madre sobreprotectora, un padre a la sombra, y un tío vengativo, mentalmente abusivo con su familia. Destaca Josh Hamilton por su ambigüedad y sus gestos, que muestra en sus ojos penetrantes y en su tono tranquilo, lleno de desconcierto que inquieta en cada fotograma. El otro destacado, es la joven Ursula Parker como Molly, donde muestra un naturalismo y encanto sin ser un actriz infantil molesta; mejor aún Logan Miller, que vuelve a sorprender con sus desconciertos, inocencia y pureza; y con él se desarrolla uno de los hábitos narrativos más astutos, que es engañar al especular sobre cómo, o si Ryder declaraba su sexualidad por adelantado, habría cambiado algo; o si la posterior insistencia de Ryder en usarlo como un argumento de inocencia, marcaría la diferencia… ¿Acaso Ryder “superó” su homosexualidad, condenándolo al final? Esta es una película sobre exploración y curiosidad que nunca cava lo suficientemente profundo. “Los errores del pasado, lo pagan los hijos”
RECOMENDADA.
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas.
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