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Bastardos sin gloria (2009)

Bastardos sin gloria
146 min.
7,8
157.099
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Sinopsis
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En la Francia ocupada por los alemanes, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia por orden del coronel Hans Landa (Christoph Waltz). Después de huir a París, adopta una nueva identidad como propietaria de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) adiestra a un grupo de soldados judíos ("The Basterds") para atacar objetivos concretos. Los hombres de Raine y una actriz alemana (Diane Kruger), que trabaja para los aliados, deben llevar a cabo una misión para hacer caer a los jefes del Tercer Reich. El destino quiere que todos se encuentren bajo la marquesina de un cine donde Shosanna espera para vengarse. (FILMAFFINITY)
Género
Bélico Acción Comedia II Guerra Mundial Nazismo Venganza
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Inglourious Basterds
Duración
146 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Estados Unidos-Alemania;
Links
Premios
2009: Oscar: Mejor actor de reparto (Christoph Waltz). 8 nominaciones
2009: Globo de Oro: Mejor actor secundario (Christoph Waltz). 4 nominaciones
2009: Premios BAFTA: Mejor actor sec. (Waltz). 6 nom., incluyendo mejor director
2009: Festival de Cannes: Mejor actor (Christoph Waltz)
2009: Satellite Awards: Mejor actor de reparto (Christoph Waltz)
8
Maldita y bastarda metralleta cinematográfica
1. El triunfo de la voluntad

Más un cineasta maldito que bastardo, Quentin Tarantino tiene innumerables padres cinematográficos que tejen, sobre diferentes tonos y géneros, un compendio fílmico cuya individualidad supera el conjunto que ofrece el mosaico de referencias. No se trata de una conexión directa con el género o el filme que origina el título de la cinta, “Aquel maldito tren blindado”, sino que el talento y estilo propio del cineasta se impone creando una nueva visión dimensionada del autor. Es así un filme puramente tarantiniano cuyos orígenes quedan borrados y ametrallados por la cinefilia y genialidad.

La secuencia que abre la película es simplemente monumental: aparece el título «Capítulo 1: Érase una vez… En una Francia ocupada por los nazis». Se abre como un western con tono clásico a lo Ford o Eastwood con la banda sonora de “El álamo” en los créditos, pero alude también al spaghetti western con vistas a Leone y a su fiereza. La planificación es maravillosa y se sostiene con referencias propias: diálogos continuos rellenado una larga secuencia hasta que la violencia encumbra el clímax.
Esa lucha constante entre el cine clásico y la serie B hace erigir el triunfo de aunar la elegancia, precisión y monumentalidad clásica con la originalidad, provocación y radicalidad del cine alternativo. Tarantino es el único cineasta que ha alcanzado el equilibrio perfecto entre ambas corrientes creando un estilo propio.

2. Teléfono negro, hoy volamos hacía Paris

“Malditos bastardos” presenta a uno de los villanos más maquiavélicos de la historia del cine, el coronel Hans Landa, que construye en la apertura el leitmotiv de toda la cinta: un simple disparo puede cambiar toda una guerra como si de un efecto mariposa se tratase. No sólo es una representación conocida del concepto del azar sino del conocimiento personal y las vivencias. Es importantísimo el juego de idiomas en el guión y el pasado que arrastran los personajes como los actos que desencadenan.

La recreación de la Segunda Guerra Mundial no es un retrato de las trincheras, ni del campo de batalla sino de pura negociación (las situaciones en todas las secuencias se resuelven siempre así). También de imposición del cine sobre la cultura universal y los designios de la civilización. Hay cierto grado de anacronismo lírico fundido con la brutalidad de la violencia. De cine extremo entre cigarros fundidos en humo y llamas. Es puro celuloide incandescente con infinitas lecturas metacinematográficas, como si todo fuese una metralla de fotogramas quemados por la celeridad antes del impacto.
“Malditos bastardos” es un monumento cinematográfico a la historia del cine. Un acto de amor brutal, combativo y suicida donde la ficción reescribirá el cine salvándolo. Tarantino, de hecho, ha vuelto a rehacer la historia del cine salvando a toda la humanidad. A todos nosotros.
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598 de 791 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La reescritura de la Historia mediante el cine, instrumento de batalla
Para mí, una obra maestra.

El primer, digamos, fragmento, con la visita del temible coronel nazi Hans Landa a una granja en busca de judíos ocultos, está entre lo mejor que haya rodado Tarantino jamás. Oro puro. La tensión y el suspense que crea mediante diálogos, silencios y miradas resulta absolutamente de órdago. Comienza apoyándose en los códigos del spaghetti western y, rápidamente, en ese mismo fragmento o capítulo, muta en un duelo psicológico de aúpa, capaz de tener con los huevos de corbata a cualquiera. Ese largo diálogo, que se corta con un cuchillo, entre Landa y el granjero Lapadite es del todo angustioso gracias al pulso del director, dilatando deliberadamente los tiempos de la conversación, y a la excepcional interpretación de Christoph Waltz y Denis Menochet. Ahí la película ya me tenía ganado.

Tras este comienzo por todo lo alto, Tarantino continúa su narración mediante capítulos, desgranando situaciones y sucesos que, poco a poco, conformarán un todo hasta desembocar en un final muy coherente y bien atado que transgrede la Historia remodelándola a su antojo (y con dos cojones más gordos que el caballo de Espartero) mediante el instrumento, inmejorable, de una pantalla de cine. Cada capítulo, en principio independiente pero que forma parte de una unidad perfecta, es delicioso en sus diferentes estilos remezclados y de enorme riqueza a tenor de los muchísimos detalles que contiene y que seguro se apreciarán mejor en posteriores revisiones.

Los diálogos (y algunos duran, no sé, casi 20 minutos), las interpretaciones, los guiños, las referencias cinéfilas y las esporádicas incursiones de la violencia, en brutales estallidos que coronan y zanjan un dramatismo gestado sin prisa alguna, constituyen las herramientas de un director que, con "Inglourious Basterds" ha creado, desde mi punto de vista, una de las películas más interesantes y audaces de los últimos años. Tarantino ha vuelto a demostrar que no hay en él nada conformista y que continúa renovándose a sí mismo, evitando resultar plano y predecible.

Obligatoria.

PD: Y mucho ojo a la actriz Mélanie Laurent, impresionante en su encarnación de uno de los mejores personajes que he visto en toda la filmografía tarantiniana. Ella es Shosanna.
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