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Fighting Delinquents (1960)

Película completa (JAPONÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
Sinopsis
Sadao, un joven obrero huérfano descubre que es el único heredero de la noble familia Matsudaira de la isla de Awaji. Primera película en color de Seijun Suzuki, en la que el tradicionalismo japonés se mezcla con una emergente y moderna cultura juvenil. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kutabare gurentai (Fighting Delinquents)
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
5
De chico pobre a heredero samurái
A partir de una premisa miles de veces vista en la ficción, se podría decir que un nuevo periodo se abre en el cine de Seijun Suzuki, quien en 1.960 todavía no hace mucho que entró a las filas de Nikkatsu y fue ganándose su puesto a fuerza de machacarse trabajando, lo cual lamentaba.

Después de algunas obras enmarcadas en géneros dispares (pero sobre todo el "thriller"), el director, con 37 años en ese momento, domina la técnica, la puesta en escena y su cámara es dinámica y sabe captar formas como los más vanguardistas dentro de la serie "B"; sin embargo no le había llegado la oportunidad de rodar en color. Tras la muy irregular fábula de jóvenes rebeldes "Subete ga Kurutteru", va a meterse en otro berenjenal, que es el sino del pobre hombre: llega de la ciudad de Mito a la compañía un chico chiflado por la música que es convencido para probar suerte en la industria cinematográfica por su gran parecido al exitoso Yujiro Ishihara.
Su nombre es Koji Wada y tiene sólo 16 años, pero se revela duro y decidido, y designan a Suzuki como encargado para mandarle al estrellato; tomando una novela de Kenzaburo Hara de base, "Kutabare Gurentai" será la primera de sus muchas colaboraciones, y quizás podría afirmarse que fue de las mejores. La historia abre y cierra en el espectacular escenario de la isla de Awaji y con algo tan a simple vista insignificante pero que guardará un sentido simbólico hacia el final como son esos imponentes remolinos acuáticos de Naruto; todo esto acompañado de la melancólica voz de Wada, que, cómo no, canta el tema principal del film (más tarde reutilizado para "El Vagabundo de Tokyo").

Wada se transmuta en Sadao, joven huérfano que trabaja en Tokyo como obrero y que defiende a ojos cerrados a sus congéneres; la situación inicial, referente al asesinato del padre de una amiga suya, sólo sirve para establecer su carácter. Se convertirá en un sello de identidad del joven actor dar vida a personajes honestos, honrados, justos y sobre todo bastante inocentes con el mundo que les rodea; también este incidente da a conocer a Nanjo, jefe del fallecido y del mismo Sadao, un típico empresario cínico, tiránico y dispuesto a todo por llevar a cabo sus negocios. Los hechos se van sucediendo rápidamente hasta que se abre una nueva trama.
El muchacho (que se desvela al principio) resulta ser heredero de la ancestral familia Matsudaira, y esto choca directamente con su condición de joven moderno, indisciplinado y habituado a la vida de la calle. Tiene lugar entonces la clásica confrontación entre la tradición y la modernidad; a pesar de que Ikuyo, su arisca abuela, no tolera su música y su pasión por lo occidental, acaba estrechando un bonito vínculo con él, y más aún cuando decide emplear el prestigio, el dinero y las tierras del clan a acciones filantrópicas para la comunidad (y es que la buena imagen que brinda Wada nada tiene que ver con los adolescentes desquiciados de otras obras de Suzuki).

Esto desata dos intrigas: por una parte el malvado empresario Nanjo desea apropiarse de los terrenos Matsudaira con ayuda del hermanastro de Ikuyo (Kanjuro); aquí tienen lugar las peleas entre el joven bueno y firme a sus decisiones y los ambiciosos y violentos hombres de negocios, que actúan cuales repugnantes yakuzas. Por otro lado urge descubrir la identidad de su madre, una plebeya que nunca fue introducida en la familia y que le abandonó de niño; ambas intrigas, que parecen separadas, se irán uniendo de manera natural y ciertamente creíble en el guión de Iwao Yamazaki, si bien se abandona mucho a tópicos argumentales y ciertos estereotipos de este tipo de trágicos melodramas (aunque, por suerte, no será introducido ningún romance...).
Emocionante a la par que divertido es cómo Suzuki desarrolla la cacería y el conflicto entre el recién aparecido heredero y los hombres del despótico Nanjo, llevado hacia un tramo final de pura acción y entretenimiento por el pintoresco paisaje de Awaji; y éstas son las mejores bazas de "Kutabare Gurentai" y su artífice. Aún queda mucho para que el buen hombre desafíe las normas del estudio y la paciencia de sus productores con su espontaneidad artística, pero aquí empieza a hacer uso de ella, jugando con las imágenes y perspectivas, la puesta en escena y sobre todo aprovecha para asaltarnos las retinas con intensos estallidos de color (memorable la secuencia del cabaret).

Ingenioso y audaz en la creación de formas para conferir a la muy arquetípica historia que le ha tocado dirigir un aire fresco, original y vanguardista; en este sentido sobresale la calidad técnica de la dirección artística de Akiyoshi Satani y de la fotografía de Kazue Nagatsuka más que la interpretativa, si bien podemos ver a unos buenos Emiko Azuma, Hiroshi Kondo, ese genial Kaku Takashina y Eitaro Ozawa en su enésimo rol de tipo desagradable y rastrero, y deleitarnos con la veterana Chikako Hosokawa en una actuación magistral y solemne a la vez que grotescamente cómica...lo cual define a la perfección a los personajes de la película.
Y resulta esto curioso, porque todos y cada uno de los secundarios resulta más interesante que el héroe sumamente plano y transparente como el cristal encarnado por Wada, un joven que fuerza al espectador a ponerse de su lado desde el primer momento pese a su comportamiento, a menudo obstinado e irritante. Transparente también resulta la historia; los remolinos acabarán tragándose los males de la sociedad (encarnados en Nanjo) y reinará, como es lógico, la estabilidad, el cariño, la bondad.

Sin duda una conclusión de esas que gustaban a Nikkatsu para contentar al público joven, aunque no tuvieran nada que ver con la visión más amarga del cineasta, quien ya empieza sutilmente a arriesgarse con ciertas innovaciones, definiendo el camino que le llevará a la revolución visual, formal, estética y narrativa de "La Juventud de la Bestia".
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