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¡Qué fenómeno! (1929)

¡Qué fenómeno!
115 min.
6,6
77
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Primera película sonora de Harold Lloyd. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Welcome Danger
Duración
115 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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7
¡Bienvenido a la casona de los sustos!
Dos años después de que, con aquella grata película titulada “El cantor de jazz” naciera el cine sonoro, Harold Lloyd se animó a incursionar en los parlantes y su debut lo tuvo con “¡QUÉ FENÓMENO!”. Para esto llamó al director Clyde Bruckman, quien hizo lo que pudo para preservar el arte visual del gran comediante, al tiempo que trataba de sacarle partido a la palabra hablada. Harold se acomodó fácilmente y el resultado es un filme muy divertido y con una historia bastante simpática.

El cuento empieza con un decidido homenaje a los hermanos Lumiére, haciendo una toma exacta de “La llegada de un tren”. Entre los pasajeros está Harold Bledsoe, un muchacho con un gran espíritu de servicio, lo cual comprobamos en el momento en que el tren llega a Newbury pues, antes de apearse, él hará unos cuantos favores sin que se lo pidan.

El destino lo pondrá luego camino del amor cuando, de insólita manera, conoce a la mujer de sus sueños, la adorable Billie Lee (representada por Barbara Kent, una encantadora actriz con quien volvería a aparecer en su siguiente película “¡Ay, que me caigo!” y quien es hoy la mujer más longeva del mundo del cine, pues nació el 16 de diciembre de 1906… y a esta fecha continúa viva). Con ella vivirá, en principio, una deliciosa aventura a lo Buster Keaton, donde los modales se dejan a un lado para dar paso a los equívocos.

Hijo de un renombrado policía, Harold se convierte luego en el hazmerreír de la Estación -a donde llega para seguir los pasos de su padre-, cuando propone su nueva táctica de basarse en las huellas dactilares para identificar a los delincuentes. Así termina asignado al sonado caso de El Dragón, un traficante de opio que tiene invadido a Chinatown y quien acaba de secuestrar al médico que está atendiendo al hermanito de su enamorada.

El filme resulta muy movido, el humor se presenta en numerosas situaciones y Harold se desenvuelve con suma propiedad en los diálogos, y más aún, cuando se le pone en lo suyo: las acrobacias y las persecuciones. Su personaje es decidido, resuelto a cualquier riesgo, y dispuesto a probar la torpeza de aquellos policías que lo desconocen.

… Ah! Y quien no sepa para qué otras cosas sirve una vaca, no se pierda esta película, porque Harold Lloyd tiene algunas ideas para enseñarnos.

Título para Latinoamérica:"¡VIVA EL PELIGRO!"
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Harold consigue dar el paso al sonoro pero perdiendo calidad por el camino
Harold Lloyd fue, junto a Oliver y Hardy, el cómico de slapstick que dio con más facilidad el salto al sonoro. De hecho, a diferencia de Chaplin, no solo no rechazó el invento sino que lo abrazó al instante dejándose incluso una gran cantidad de dinero en esta apuesta. Estaba a mitad del rodaje de "¡Qué fenomeno!" cuando el volumen de films sonoros empezó a ser demasiado elevado como para ignorarlo, así que decidió convertir la película en un talkie aún a costa de volver a rodar muchas escenas y doblar otras. La película sería uno de los mayores éxitos de taquilla de su carrera, de hecho sería su último gran éxito ya que a partir de aquí su carrera empezó a decaer.

Vista hoy día, se nota en varias escenas que "¡Qué fenómeno!" era originalmente un film mudo, de hecho el doblaje es en ocasiones bastante evidente. Por ejemplo, el personaje del policía (el inseparable Noah Young, un rostro recurrente en los films de Lloyd) resulta cuanto menos grotesco, ya que lo interpreta de forma claramente muda (con esas expresiones tan exageradas) y es doblado con un tono de voz excesivamente bobalicón.

Aparte de eso, el film es lamentablemente el largometraje más flojo hecho por Lloyd hasta la fecha y de hecho algunos de sus posteriores talkies ("Ay que me caigo" o "La vía láctea") son superiores. No hay apenas grandes gags y el ritmo es algo desigual para las dos horas de duración, aparte de que la historia no acaba de cuajar (chinos malos, un niño inválido que necesita ser operado, Lloyd obsesionado con recoger huellas dactilares... una combinación extraña).

Eso no quita que sea una obra agradable de ver y con algunos momentos a destacar. Yo diría dos: la forma como plantea el encuentro con la chica usando una fotografía, muy original, y la escena en que se quedan a oscuras a ratos mientras investigan en la guarida de los delincuentes, donde se sirve únicamente del sonido (puede parecer una tontería, pero para ser un actor de cine mudo incluir gags de este tipo en su primer talkie tiene mucho mérito).

Bien, pero solo para fanáticos de Lloyd.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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