El cuarto azul (2014)

‘La habitación azul (La chambre bleu)’ dirigida por el actor/director Mathieu Amalric, es una de las múltiples adaptaciones de novelas escritas por Georges Simenon -prestigioso y muy prolífico escritor belga del siglo XX- que desde la década de los 30 se han trasladado a la gran pantalla. Lo cierto es que cuando en 1964 apareció La habitación azul, es posible que los habitantes de la pequeña localidad francesa de Saint-Mesmin reconocieran allí descrita su ciudad e incluso a algunos de sus vecinos, aunque en la novela adoptara el nombre de Saint-Justin. En realidad, Georges Simenon vivió entre 1942 y 1944 en aquella ciudad provinciana y católica en la que, tras una corta temporada en apacible convivencia con su mujer y su amante, los vecinos empezaron a murmurar y tacharle de inmoral. No sería la primera y única vez que Simenon se inspirara en una vivencia personal para crear circunstancias y personajes de sus novelas, en esta ocasión trasladada a Le chambre bleu.

Nominada al César a mejor guion en 2014, presentada en Cannes en la sección ‘Un certain Regard’ del mismo año y sin distribución de momento en España pero al alcance de todos en Filmin en la quinta edición del Atlántida Film Fest dentro de la sección Atlas, llega ‘La habitación azul’. Un thriller de intriga y romance que narra, a través de un complicado y pulcro montaje -a veces algo enrevesado-, la relación amorosa y apasionada entre Julien (el propio Mathieu Amalric), un exitoso empresario de maquinaria agrícola casado y con una hija, y Esther (Stéphanie Cléau), propietaria de una farmacia y casada con un hombre de frágil salud. La maravillosa melodía de Grégorie Hetzel recorre nuestros oídos desde unos lúcidos y pictóricos primeros planos de una habitación azul de hotel, lugar donde la explosión de hormonas culmina el ardiente deseo, y desde los cuales vagas frases alertan al espectador de unas posibles consecuencias. El film sin embargo nos trasladará adelante y atrás en la historia a golpe de elipsis y mostrando a un protagonista al que le cuesta expresar sus emociones al ser interrogado por la policía. Amalric, utilizando únicamente el punto de vista de Julien, juega con el desconcierto del espectador quien desconoce los hechos, los implicados y los acusados, y que serán revelados paulatinamente bajo la atenta mirada que exige desde la butaca.

Es francamente notable la interpretación de Mathieu Amalric sobre todo, pero también de la magnética y obsesiva Stéphanie Cléau (pareja de Amalric en la vida real)y de Léa Drucker (interpretando a Delphine, la esposa de Julien), ésta última escasa de diálogos pero muy rica en miradas y matices. En ‘La habitación azul’ (adaptada ya en 2002 por Walter Doehner en una producción hispano mexicana con Elena Anaya en el reparto) juega un papel revelador la música de Hétzel, haciendo que el espectador implore la presencia de una intensa y demoledora banda sonora, pero también la sobria y ahorradora fotografía del film .

En definitiva, un apasionado, breve (76 minutos) e intenso thriller romántico lleno de misterio en un estilo particularmente fragmentado, oscuro en personalidades y vivo en colores, y a la postre estremecedor relato en el que se pone de manifiesto la dificultad de un procesado para demostrar su inocencia frente a un sistema judicial que basa la acusación tan sólo en un conjunto de apariencias y coincidencias. Muy recomendable.

Lo mejor: La interpretación de Mathieu Amalric. La banda sonora. El guion adaptado.
Lo peor: Una parte del montaje, algo confuso. La escena de las aguadillas.

Valoración:
Banda sonora: 8
Fotografía: 6
Interpretación: 7
Dirección: 7
Guion: 7,5
Satisfacción: 7
NOTA FINAL: 7,1

@hilodeseda - www.habladecine.com

Interesante film que muestra una historia clásica de amantes subrepticios, de esos que cuentan con pareja formal e hijos, pero que buscan tener algún tipo de diversión adicional. Pero éste está relatado de manera nada clásica, ya que fue configurado como un rompecabezas a la cual el espectador sólo accede a cada pieza tal cual la manipule el director y le permita ir entendiendo muy lentamente qué es lo que pasa, a partir de lo que ya pasó. Con lo cual lo clásico desaparece y uno asiste a una clase de cine prefigurado como un juego al cual estar atento para entender el contexto global de lo que se cuenta.

Desarmar un texto para darle semejante voltereta al filmarla, no es nada fácil, sobre todo que hay que seguir la coherencia para pretender que el espectador comprenda lo que se le está contando. Y Amalric vaya que lo logra, porque crea un suspenso a partir de elementos que no parecerían percibirse en el relato original.

La tensión que logra el director a partir de todos estos elementos, es uno de los mayores logros de este pequeño film, que tiene algo no siempre perdonable para los amantes del cine policial: el final. Del cual no abundaremos en detalles, para no spoilear el presente comentario.

En conclusión: cine bastante inteligente, una propuesta diferente de los espectáculos que te dan todo cocinado, y del que no recordarás nada de nada ya para la próxima semana.