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La heredera (1949)

La heredera
115 min.
8,1
7.265
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Sinopsis
Año 1849, en Nueva York. Catherine Sloper, una rica heredera, tímida, inocente, poco agraciada y no muy joven, es pretendida por un apuesto joven. Ella se enamora de él apasionadamente, pero su cruel y despótico padre se opone a la boda y amenaza con desheredarla. Adaptación de la novela de Henry James "Washington Square". (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Siglo XIX Melodrama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Heiress
Duración
115 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Henry James
Links
Premios
1949: 4 Oscars: Actriz (Havilland), dir. artística B&N, vestuario y BSO. 8 nom.
1949: Globos de Oro: Mejor actriz (Havilland). 3 nominaciones, incluyendo director
1949: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actriz (Havilland). 2 nominaciones
1949: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión drama
"Densa trama (...) la elegancia visual de Wyler crea una puesta en escena que resulta un compendio de sabiduría y sensibilidad artística, y sumerge de lleno al espectador en un atormentado melodrama"
[Diario El País]
8
7
Positiva
1
Neutra
0
Negativa
10
El amor de la heredera.
Bajo fachadas sobrias y tiempos serenos, William Wyler nos lleva a una exploración impúdica de esa sociedad repleta de buenas maneras, pero con sus entrañas llenas de diablos. Catherine Sloper (Olivia de Havilland), una joven poco agraciada, de modos tímidos y alma inocente, es seducida durante un baile de sociedad por el galán Morris (Montgomery Clift), situación que rechaza un padre más que desconfiado (Ralph Richardson) porque el apuesto joven puede poner en peligro toda la fortuna familiar que esta joven heredará.
Sobre estos tres vértices, Wyler elabora un drama denso y extremadamente cruel. En principio, podríamos hablar de una historia de amor; pero el maestro Wyler muestra de un modo tan claro la psicología de los personajes que siempre te quedan dudas de si esa historia tiene lugar en algún momento. La dirección de Wyler consigue una película en la que el amor y la traición tienen el mismo peso, servido, eso sí, con toda la sabiduría y maestría de este gran maestro.
La labor del reparto principal es magistral. Olivia de Havilland conseguiría un Oscar más que merecido, llevándonos de una inocencia inicial a la crueldad y dureza en la que su personaje queda abandonado. Clift nos conquista a todos. Es tal su poder de atracción, la seducción que realiza en la pantalla que pasamos del odio a la pena en una misma secuencia; aunque a la vez, mantiene un halo de misterio, de ambigüedad en la que no queda del todo clara ni su verdad ni su traición.
Punto y aparte, merece Ralph Richardson. Sin duda uno de los mejores secundarios norteamericanos y que aquí, como el “malo de la película”, está excelente representando al Dr. Austin, un hombre complejo (su maldad no nace del deseo de realizarla), egoísta, dictatorial, incapaz de amar pues aún está anclado en un amor muerto (su esposa) que gravita por toda la película como un fantasma desafiante. Los duelos interpretativos que mantiene a lo largo de la película tienen una altura prodigiosa. Todo esto llevado por la batuta de William Wyler que consigue otro de sus dramas imperecederos, con una planificación deslumbrante (la secuencia final es sobrecogedora, recordando levemente al clímax de “La loba”) y un amor por el detalle que va llenado la pantalla de una atmósfera única (todas las metáforas y elipsis que logra con las innumerables labores de punto de cruz que realiza Olivia de Havilland).
Una película de época que nunca conocerá la caducidad. Por muy vista que la tengas siempre sucumbes a su narrativa.
No hace mucho, Hollywood realizó un remake de esta obra maestra. Siendo una película correcta, el gigante que tenía que batir era de una altura tal que no da traspasado en ningún momento. El dinero no siempre paga la genialidad.
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126 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El amor convertido en crueldad e indiferencia.
William Wyler, empleando la misma técnica que en “La Loba” consiguió otra excelente película “La Heredera”, una obra de gran éxito teatral basada en la novela de Henry James “Washington Square” con guion de los hermanos Augustus y Ruth Goetz, los cuales también serían los encargados del guion de la película por expreso deseo de Wyler. El gran acierto del film está basado en dos aspectos fundamentales, el primero en el mencionado guion de los hermanos Goetz, ya que estos dan con el perfil exacto de cada uno de los personajes que intervienen en la misma, y el segundo la capacidad de Wyler en saber escoger a los actores.

Magnífico Ralph Richarson, que había realizado el mismo papel en el teatro (un severo y rígido padre, que sin duda debe sentir cariño por su hija aunque realmente le muestra bastante desprecio). Excelente Olivia de Havilland, como Catherine Sloper, una mujer soltera, tímida, poco agraciada físicamente y que adora a su padre, heredera de una gran fortuna y a la cual su padre le dirige la vida. Un acertadísimo Monty Clift, el apuesto joven Morris Towsend sin oficio ni fortuna, que aparentemente siente interés por Catherine, y de lo que realmente no llegamos a estar seguros del todo, es si solamente busca su fortuna. Wyler consiguió que el personaje de Morris fuera un personaje ambiguo, sin una determinación totalmente diáfana, consiguiendo que fuera más creíble. Miriam Hopkins, en el papel de Celestina atolondrada. Todos ellos conforman una historia de desengaños y falsedades, de renuncias forzadas que desembocan en un cambio radical en el personaje de Catherine, al verse engañada por los dos seres que más ha llegado a querer, convirtiendo el amor que sentía por ellos en un odio cruel y una total indiferencia.

En el cine William Wyler, no podemos olvidar ese otro gran personaje que es la escalera, ya que es mucho más que un elemento decorativo, es un camino hacia la derrota y el abandono, es como si al subir sus peldaños se perdiera un tiempo fugaz de nuestra vida, hasta que la luz de la lámpara se apaga.

“Si tiene toda la razón, puedo llegar a ser muy cruel, he tenido muy buenos maestros”
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