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El precio de la ambición (1992)

El precio de la ambición
100 min.
7,1
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Sinopsis
Narra las ajetradas vidas de unos agentes inmobiliarios de Chicago que intentan sobrevivir en un mundo altamente competitivo y un mercado en plena depresión. A pesar de la situación, reaccionan siempre con unos escrúpulos y una solidaridad admirables. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Bolsa & Negocios Trabajo/empleo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Glengarry Glen Ross
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1992: Oscar: Nominada a Mejor actor de reparto (Al Pacino)
1992: Globo de Oro: Nominada a Mejor actor de reparto (Al Pacino)
1992: National Board of Review: Mejor actor (Lemon). 10 Mejores Películas del año
1992: Copa Volpi en el Festival de Venecia: Mejor actor (Jack Lemmon)
1992: Asociación Críticos de Chicago: Nominada Mejor actor sec. (Al Pacino) y guion
7
El fin justifica los medios
Como director, Mamet nunca ha sido plato de mi gusto, pero hay que reconocer que como guionista casi siempre ha sabido dar con el toque adecuado a las películas, y más aún si lo deja en manos de otro director más competente, aunque este no sea un Scorsese o un Clint. La película es una muestra perfecta de la tiranía del dinero y el trabajo en el sistema de bienestar que es nuestra sociedad, donde a veces nos convertimos en meras máquinas al servicio de un estado que nos da más que nos quita, y que para escalar en él hay que recurrir al juego sucio y a pisar al compañero, al precio que sea.

El guión mejora conforme avanza la película. Al comienzo, Mamet me transmitía la sensación de no saber qué contar, si una película de traiciones, si un drama... hasta que descubrimos que es una brutal sátira sobre el capitalismo. Un comienzo algo complejo, con todo el tema inmobiliario, que hace que el espectador se pierda por momentos dentro de la trama, deja paso a un violento estudio de personajes a raíz de la magistral aparición de Al Pacino con Jonathan Pryce. A partir de la mitad de la película, el desarrollo del guión y la puesta en escena son vertiginosos, dejando de lado el mcguffin de esta segunda parte y centrándose en las relaciones de los compañeros, el desprecio del fuerte por el débil, y la desesperación del más débil dentro de un sistema económico que no permite concesiones. Al final, Mamet va dejando piezas sueltas, lanzando un falso culpable, y ocultando la verdad hasta el último momento, en un ejercicio de escritura brillante, casi de thriller, al que hay que unirles unos diálogos totalmente brillantes, que ayudan a retratar aún más la crisis y la desesperación en momentos malos. James Foley tiene algunos momentos realmente brillantes, con una dirección totalmente heterogénea, dota de un ritmo frenético a la película, y gracias a ello, nos guardamos algunas escenas antológicas, pero en total, en otras manos, habría alcanzado un resultado notabilísimo. Foley no es un gran director, y lo demuestra en algunos momentos, sin estar a la altura de Lemmon o Pacino, jugando demasiado con la cámara sin necesidad alguna de ello.

El reparto entero está a un nivel sobresaliente. Al Pacino da uno de esos recitales exagerados que tan bien compone, recordando por momentos en su bordería a Tony Montana, ya que su personaje es probablemente el más carismático de la cinta, siendo su aparición de lo mejor de la película. Y Jack Lemmon es el otro pilar sobre el que se asienta la interpretación. Pasa de estar eufórico a estar totalmente desesperado en unos segundos, abarcando una serie de registros asombrosos. Pero igualmente destacable es Alec Baldwin. Sale 5 minutos, pero se come la pantalla.

Una película con un guión brillante, pero que si hubiera contado con un director mejor podrçia haberse convertido en una de las grandes cintas del cine moderno. Una lástima
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74 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Depredator
Hay algo de suspense y misterio, pero nos la suda bastante. Lo que importa es ese retrato de los comerciales como monstruos sin piedad ni moralidad ni escrúpulos ni esperanzas ni nada bueno. llevan corbata y a simple vista parecen buena gente, pero son el Mal. Todos ellos, incluso el Jack Lemmon. Son depredadores. Malos bichos que mienten, estafan, traicionan y ninguno de estos atajos les ayudan a progresar. Porque no es que sean supervillanos, ni siquiera los que más triunfan en el arte del engaño, son sólo perdedores atrapados en un rol putrefacto. Igual que los depredadores del reino animal que no pueden dejar de zamparse gacelas porque es lo único que saben hacer para sobrevivir, los depredadores del reino comercial no saben hacer otra cosa que dar por culo a clientes y potenciales clientes. Son dignos de cierta compasión, pero también son dignos de justificable repulsa y miedo. Son cocodrilos atrapados en el barro.

Pero también es verdad que estos depredadores no son nada comparado con los comerciales de las compañías de telefonía de hoy en día. Despojos del sistema educativo al acecho de abuelitas distraídas a las que venderles un contrato ADSL que no saben usar, cazadores de ilusos a puerta fría, telemarketers cojoneros que no respetan ni la hora de la siesta... Ya quisieran ellos tener el carisma que David Mamet y James Foley regalan a sus decadentes depredadorcillos. Ya quisieran ellos tener la gracia de Jack Lemmon, Alec Baldwin, Ed Harris, Kevin Spacey, Alan Arkin y Al Pacino. Porque lo de las compañías de telefonía del siglo XXI ya no son cocodrilos decadentes, son alimañas o moscas verdes o algún otro bicho que hace tiempo que ya no sufre ninguna decadencia porque hace tiempo que tocó fondo. Cada uno de ellos mueve poco dinero, sus estafas son más pequeñas que las de los yuppies de los ochenta, pero son una plaga que ataca de forma repetitiva e indiscriminada y que, en suma, resulta mucho más molesta y afecta a mucha más gente. Al menos, los depredadores de la peli sólo atacaban a idiotas que tiempo ha habían llenado un formulario mostrando interés por el negocio. Con las alimañas de hoy en día nadie está a salvo. Tú puedes ser su próxima víctima. Quizá lo hayas sido ya. En mi casa concretamente nos han dado pro culo los de Telefónica, pero a mi hermana le dieron por culo los de Vodafone, y yo trabajé un tiempo para el servicoo técnico de Auna y puedo confirmar que eso también era una casa de putas.

Nota: notable.
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75 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
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