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Un conejo sin orejas (2007)

Un conejo sin orejas
115 min.
5,5
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Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Nora Tschirner interpreta a una tímida profesora de preescolar cuyo cuadriculado mundo se desmorona cuando, tras montar un tremendo escándalo en una boda, un paparazzo es condenado a 300 horas de trabajos para la comunidad y tiene que cumplirlas precisamente junto a ella. El problema es que el paparazzo en cuestión, Ludo (Til Schweiger), fue compañero suyo de colegio y se dedicaba a hacerle la vida imposible. Claro que, bien pensado, quizá ésta sea una ocasión perfecta para ajustar cuentas con él... siempre y cuando el amor, tan meticón él, no se entrometa. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Comedia Comedia romántica
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Alemania Alemania
Título original:
Keinohrhasen
Duración
115 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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Premios
2008: Premios del Cine Europeo: Nominada al Premio del Público
1
Una mierda así de grande.
Indiscutiblemente, la peor película de este año. Concebida como una comedia romántica, lo que nos encontramos más bien es un desbarajuste absoluto, carente de talento y plenamente ridículo. El origen de esta enfermedad está claramente localizado: Til Schweiger.
El teutón, se erige a la vez en protagonista y director de esta patraña. Utiliza su película como una especie de anuncio de Tommy Hilfiger, en el que él es el único y absorbente protagonista... Till de frente, Till con americana, Till en plano a cámara lenta, Till enseñando el culo, Till de perfil, Till iluminado para que no se vea su incipiente calvicie... Y así durante casi dos horas.

Estamos ante un compendio de torpezas que rayan a gran altura. Primero, no tiene nada de lo que se espera de este género romántico. No tiene magia ni ternura; no se empatiza con los personajes y no consigue transmitir. Al estilo de Love Actually o Notting Hill, se usa la música y su elevado volumen para realzar las escenas, pero su uso es tan abundante que parece que está puesta la radio de fondo. Con una selección lamentable de canciones, chirría constantemente y resulta hasta molesta.

El desarrollo de los personajes se encuentra en paradero desconocido y eso hace que ambos, pero especialmente ella, parezca tan estúpida que estemos esperando toda la película a que haga algo que la redima. Vana espera, ya que lo único que hace es aumentar su leyenda de imbécil. Ninguno parece muy normal, y las dudas de que tengan cerebro aumentan a cada segundo. Los gags cómicos se suceden sin control, pero ninguno hace más que ser peor que el anterior. Además, al estilo del cine español, Till nos regala un par de innecesarios desnudos de la protagonista que no pueden verse más que como el resultado de su calenturienta imaginación.

Llegamos agotados al final y lo que el desenlace nos ofrece no nos importa lo más mínimo. La aparición de los títulos de crédito es la excusa perfecta para huir de la sala, sin esperar a que éstos acaben. Prefiero irme rápido y pensar que es verdad lo que ese proverbio ruso nos dice : "Aunque las mujeres fueran de cristal, seguirían siendo opacas". Tras ver a esta estúpida chiquilla me invade la duda sobre el misterio femenino, pero me tranquilizo pensando que ésto sólo era un película.
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32 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Mi conejo sin complejos
Bueno, para ver esta película, lo primero que hay que hacer es partir de una premisa más que cuestionable: que un pedazo tía buena impresionante en el momento en que se pone unas gafas deja de ser una tía buena y se convierte en un adefesio ipso facto.

Quien participe de esta opinión, perfecto, puede gozar viéndola; pero el que no tenga esto demasiado claro mejor que no se aventure a tragarse este truño ideado, escrito, dirigido e interpretado por un sujeto llamado Til Schweiger, que debe de ser la hostia en Alemania para que le hayan dejado hacer la mamarrachada esta y para que encima haya tenido un exitazo importante de público en su país.

Aunque algo bueno tiene la película, y es que viéndola se te quitan todos los complejos de inferioridad que pudieras tener con respecto a nuestros amigos teutones. Definitivamente los alemanes pueden ser tan gilipollas, tan fantoches, tan pamplinosos, tan petardos y tan burdos como nosotros, y mucho más sosos, plastas y singracia (no hay más que ver a Merkel). Eso sí, también son bastante más ricos y eso, por muy imbéciles que sean, algo debe de consolar.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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