Kung Fu (Serie de TV) (1972)

Creo, sin duda, que hay películas y series que no pueden ser calificadas con justicia en el presente.
Esta es una de ellas.
Porque ya no somos los niños ( o no tan niños ) que éramos cuando la vimos por primera vez, hemos perdido la ingenuidad y la magia... y la analizamos fríamente, casi como esos críticos pomposos y snobs que morirían antes que reconocer que les gustó una película comercial.

Cuando veo ahora algunas de las series de infancia me muero de la vergüenza...porque creía que en V se comían el ratón de verdad y me pregunto cómo es que no me di cuenta de que no eran ellos sino la cabeza de un muñeco...porque el equipo A me parecía genial, El coche fantástico ingenioso y Se ha escrito un crimen intrigante...era una niña, y me ayudaron a crecer...

Esta serie siempre será especial para mi...porque sé que David Carradine no era un experto en kung Fu, pero me hizo sentir que lo era.
Porque encontré en sus ojos la sabiduría que no entendí en los de Bruce Lee aunque fuera un verdadero maestro.
Porque gracias a él me apunté a karate y comencé a interesarme por el budismo.

Y por esta frase, que abrió mi mente...


¿ Recordáis por qué le llama pequeño saltamontes? ...

Un día su maestro ciego le pide que cierre los ojos y le cuente todo aquello que pueda escuchar ...después de enumerar algunas cosas, su maestro le pregunta :

" - ¿ Y no oyes al pequeño saltamontes que está a tus pies ?

Carradine abre los ojos y allí está, diminuto, sobre una brizna de hierba...

- Maestro, ¿ cómo es que puedes oírlo ?

- Cómo es que TÚ NO PUEDES. "

Aprender a comportarse.
Aprender a vivir.
Aprender a ser.

Para dar adecuada respuesta a tales pretensiones existen tantas opciones que nadie podría, sin grave riesgo para su propio sentido de la equidad, decantarse en un sentido despreciando todos los demás.

La propuesta que se ofrece en esta serie de televisión se lleva a cabo con exquisita profesionalidad cinematográfica, con verismo, con adecuada combinación de elementos y con resolutiva destreza.
Lo que no le pedimos es que su solución pedagógica o personal sea la mejor o que guste a todos.

Un Carradine que borda el papel, unas situaciones que aportan valor en la medida de su misma dificultad, una planteamiento muy correcto, una trama desarrollada con maestría y una música y una fotografía que rayan a gran altura definen los contornos de una de las mejores series para la pequeña pantalla.

Si además, posee algún valor de carácter ético y social, o aportación estimable al modo de comportarse, de vivir o de ser, no se lo debemos censurar.

Otra cosa es que lo compartamos o no.