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Un descendiente de Taro Urashima (1946)

Sinopsis
Concluida la guerra, Urashima Goro regresa a Japón. Un día, mientras interviene en un programa de radio, comienza a gritar, pero nadie es capaz de comprender sus palabras. Interrogado al respecto, responde que se siente descontento con Japón y, por ello, obligado a proclamar su disgusto. Akako, reportera de un periódico, decide escribir un artículo sobre él. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Política
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Urashima Tarô no kôei (The Descendents of Taro Urashima)
Duración
83 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
7
Reivindicación
Desde el mismo principio sabemos que se trata de una película reivindicativa. Pero la forma de reivindicar del protagonista, sus gritos, nos presagian una narración menos realista que la que nos tiene acostumbrados este director. Naruse suele cuidar mucho sus arranques, y aquí no lo cuida menos, sino que se arriesga a planos generales con mucha gente y a un sonido extraño que se extiende entre esa gente. El guión y la planificación narrativa, ese montaje, me recuerda mucho a la “nouvelle vague” francesa que aparecerá mucho después y ofrecerá sus películas como un gran logro narrativo, cuando en realidad esas formas ya estaban inventadas. Para enfocar sus reivindicaciones Naruse introduce el papel que en el Japón, antes y después de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron los “zaibatsu”, camarillas muy influyentes que controlaban la economía, la política y otros aspectos del país. Algunos ejemplos de estos grupos, entre otros, fueron Mitsubishi y Fuji. A estos “zaibatsu” se les culpaba de que Japón hubiera entrado en guerra. A partir de la segunda mitad la película toma unos derroteros surrealistas con la desaparición de personajes imaginarios y la introducción de personajes etéreos, como su “alter ego”, que expresan sus dudas. Pero al mismo tiempo se introduce una historia de amor. El director sabe que quiere llevar su mensaje reivindicativo a la mayoría de los espectadores y entonces no duda en introducir un número musical, bastante erótico para su tiempo, en la fiesta del Partido de Felicidad de Japón (el nombrecito también se las trae). Una vez más hay que perdonarle a Mikio Naruse su moraleja final.
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8
El grito del renacer
Urashima Taro es el protagonista de una antiquísima leyenda japonesa sobre un pescador que fue recompensado con un viaje al fondo del mar donde pasó algún tiempo, tres años después retorna a la superficie dándose cuenta que nada de lo que conocía existe porque han pasado más de 300 años.

La única conexión entre el filme y el cuento es que su protagonista, Goro Urashima (Susumu Fujita) regresa luego de un tiempo a su país natal, pero no precisamente se trata de un viaje en el tiempo como en el caso del cuento, sino, es repatriado al Japón de posguerra luego de haber pasado 16 meses en una isla al sur (no se precisa específicamente en dónde es).

El filme inicia con Urashima en una cabina de radio donde ha sido invitado a hablar sobre su experiencia, al hacerlo inicia con algunas palabras para luego emitir un grito que va a ser trascendental para la obra. Al escucharlo, Akako (Hideko Takamine) una joven periodista, se interesa y lo va a entrevistar, iniciando así un interesante juego de manipulación que va a llevar al protagonista a caer en un partido político de su país.

Para contextualizar un poco, el filme se ambienta en la época de la ocupación estadounidense tras la II Guerra Mundial, mientras se intenta democratizar al país de la forma “occidental” más allá de lo que había previamente, donde las influencias políticas se encontraban muy marcadas por títulos de nobleza, claramente la aparición de estos nuevos partidos políticos tendrán una ideología.

El partido político previamente mencionado toma la figura de Urashima como bandera, este comienza a volverse un símbolo del nuevo Japón que se espera y del proceso de democratización del país, inicialmente impulsado por Akako, pero luego aparece Otoko (Haruko Sugimura), quien se convertirá en su asistente personal y lo llevara por un camino más extremo.

De esta forma, Mikio Naruse apoyado en el guion de Yasutaro Yagi acerca al protagonista a un terreno sumamente escabroso especialmente pensando en la época de posguerra en la que fue realizada la película, pensando en un personaje como líder que es seguido por las masas y que es visto como un revolucionario en el campo político aunque simplemente está siendo manipulado.

El filme también muestra la manipulación que los medios de comunicación pueden hacer en la sociedad civil, gracias al enfoque que le den a una noticia o a un personaje, creando en este caso un héroe ficticio al que Akako intentará hacer entrar en razón sobre el final del metraje.

Aunque poco conocido, Urashima Tarô no kôei es una obra importante en la filmografía de Naruse, tanto lo fue para su época como lo es para los tiempos presentes, podría ser tildada incluso como que tiene una ideología per se, precisamente esa visión democrática occidental que se buscaba dar al Japón de posguerra, sin embargo, esta no es del todo clara o al menos no molesta.

Sin duda alguna se rescata mucho más el interés de lo que critica abiertamente: los movimientos políticos unipersonalistas, figuras de gran trascendencia con capacidad para mover las masas, pero muchas veces impuestos precisamente por esa capacidad y lo que pueden lograr movilizando votantes.
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