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Tiempo de masacre (1966)

Tiempo de masacre
92 min.
5,5
226
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Sinopsis
Tom es un buscador de oro que recibe el mensaje de un amigo de su pueblo natal pidiéndole que regrese. Cuando lo hace, encuentra el lugar dominado y atemorizado por el hacendado Señor Scott y su sanguinario hijo Jason, sin que nadie se atreva siquiera a cuestionar su métodos. Todas las personas que podrían procurarle información, incluso el amigo que le mandó la carta, son asesinados impunemente uno tras otro. (FILMAFFINITY)
Género
Western Spaghetti Western
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Le colt cantarono la morte e fu... tempo di massacro
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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5
Fulci se foguea
Discretito eurowestern que evidencia las habituales limitaciones del género y que insinúa, muy probablemente, las razones por las cuales el maestro Fulci decidió orientar su carrera hacia otros derroteros. ¿Significa eso que “Las pistolas cantaron la muerte” es un mal SW? Pues no. No exactamente. Significa lo dicho, que “Las pistolas cantaron la muerte” es un SW discretito. Ni más, ni menos. Un SW que se sitúa cómodamente en la media cualitativa del género y que exhibe, sin demasiado pudor, sus numerosas carencias. Empezando por una dirección vacilante, continuando por un endeble guión y acabando por unas interpretaciones, cuanto menos, mediocres. A destacar, únicamente, la secuencia en la que Tom Corbett (Nero) recibe una brutal tanda de latigazos a cargo de su sicótico hermanastro (Castelnuovo). Una buena ocasión para observar cómo se fogueaba Fulci antes de convertirse en el director de culto más sanguinario de la historia del cine.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Fulci lo intentó con el western
Decidí ver está película por dos motivos. El primero: Lucio Fulci fue en mis 'años bárbaros' de cinéfago indómito un referente básico en materia de casquería y muertos vivientes. El segundo: siento fascinación por la estética y los códigos hiperbolizados del spaghetti western. Me preguntaba cuál sería el resultado de colocar detrás de la cámara a un realizador con vocación 'terrorífica' filmando vaqueros en el Veneto. Un caso similar se dio con Sam Raimi al mando de la malparada "Rápida y mortal" pero, al contrario que Fulci, el americano realizó su pelícla de pistoleros una vez que se hubo despachado con los zombies y las motosierras; no antes de especializarse en el terror. Pues bien, vayamos al grano. La cinta comienza con una cacería humana en la que un hombre es perseguido a lo largo de unos verdes parajes por unos jinetes acompañados por una jauría de pastores alemanes. La presa termina siendo devorada por los cánidos en un riachuelo. Puro Fulci. A partir de aquí, desde los créditos iniciales hasta los finales, el italiano nos ofrece uno de los relatos peor contados de la historia del cine del Oeste, llegando a rivalizar en precariedad con algunos subproductos ibéricos del denominado 'chorizo western'. Es cierto que la perfección narrativa y formal nunca fueron sus puntos fuertes. El problema es que carece también de todos esos ingredientes que han hecho que el cine de este autor se convierta en objeto de culto: violencia gráfica extrema, atmósferas logradas, momentos de tensión… Tampoco son dignas de elogio, desde mi punto de vista, las interpretaciones actorales. A Franco Nero (que protagonizaría después un puñado de clásicos del spaghetti como "Django", "Los compañeros", "Keoma"…) le falta carácter y magnetismo en este film. Se salva, quizás, un papel secundario con cierta gracia y personalidad. Me refiero al chino confucionista, pesetero y pluriempleado (herrero, ebanista, sepulturero, pianista del saloon) que mientras toca y bebe leche en una jarra de cerveza utiliza su pipa como cerbatana en auxilio de la pareja protagonista durante una trifulca. Asumiendo todas estas carencias, me quedo con dos secuencias extravagantes que harán las delicias de los amantes de la serie B (tres, si contamos la mencionada pelea en el bar 'alla' Bud Spencer-Terence Hill). La primera nos brinda un duelo a latigazo limpio en medio de una fiesta al aire libre entre el prota y su némesis, con un dominio sobradamente superior de este último en el manejo del cuero y con la consiguiente humillación del pobre Tom Corbett, que termina hecho un 'ecce homo'. Y la segunda, un salto del susodicho, con pirueta incluida, desde un carromato en el tiroteo final (digna de Jackie Chan). En definitiva, a pesar de estos momentos perfectamente disfrutables, no está en el top 5 del director ni entre las mejores del (sub)género; ni siquiera entre las más violentas. Al menos lo intentó...
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7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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