Escena (ITALIANO)
- Sinopsis
- Una periodista está investigando sobre un rumor de la posible introducción del divorcio en Italia. Aunque esté separado de su esposa y se conceda amantes en cantidad, el empresario Tullio Conforti se muestra firmemente en contra del divorcio alegando que choca con sus principios religiosos. (FILMAFFINITY)
- Género
- Comedia
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1966 / Italia
- Título original:
- Scusi, lei è favorevole o contrario?
- Duración
- 129 min.
- Guion
- Música
Una buena actuación de Alberto Sordi, aunque no muy graciosa
14 de diciembre de 2012
No es de las mejores comedias del cine italiano, aunque varias veces provoca gracia lo "difícil" de la vida de este hombre rodeado de bellezas.
Glorias féminas del cine italiano, como Mangano y Masina, y una internacional como Ekberg, hacen de esta película un poco más interesante de lo que realmente es.
Glorias féminas del cine italiano, como Mangano y Masina, y una internacional como Ekberg, hacen de esta película un poco más interesante de lo que realmente es.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y al séptimo descansó
19 de abril de 2018
Hay una época dorada del cine italiano, con actores tan insustituibles e irrepetibles como Mastroianni, Gassman, Tognazzi, Manfredi y Alberto Sordi. Albertone, como le llamaban sus amigos, al igual que tantos otros no pudo resistir la tentación de ponerse detrás de la cámara, hasta sumar la nada despreciable cifra de 19 películas. El gran amante es la segunda, y no pasa de ser discreta, a lo sumo.
Era a mediados de los 60 cuando Italia estaba inmersa en la polémica de la legalización del divorcio, a la que se oponía furiosamente la iglesia católica y los miembros más cerriles del establishment. Sordi, poco sospechoso de izquierdismo, nos presenta al commendatore Conforti, un sinvergüenza de mucho cuidado, lameculos del clero, ferviente antidivorcista y... contumaz adúltero. Casado, por supuesto, con una amante cada día de la semana, salvo el domingo, que dedica al descanso de tanto refocile. Por supuesto, la película intenta ser una sátira de aquella Italia que combinaba la modernidad con las costumbres más pacatas y atrasadas de las edades oscuras.. Pero el trazo es grueso y el humor casposo, la verborrea ahoga las imágenes y, en definitiva, es un festival de muecas y guiños a cargo del Sordi más populachero. Se hace acompañar, eso sí, por un reparto femenino acorde con la vida agitada de su protagonista, desde una Anita Ekberg menos exuberante que en otras ocasiones, hasta una jovencísima Laura Antonelli, antes de que empezara a desnudarse entusiásticamente en Malicia. Giulietta Massina aparece como su (nada) sufrida esposa, Bibi Andersson debía tener ganas de conocer Italia, y Silvana Mangano aporta elegancia, distinción y morbo a raudales. No olvidemos a la delicada Tina Aumont, ay, desaparecida prematuramente.
En suma, mucho ruido y pocas nueces, por desgracia.
Era a mediados de los 60 cuando Italia estaba inmersa en la polémica de la legalización del divorcio, a la que se oponía furiosamente la iglesia católica y los miembros más cerriles del establishment. Sordi, poco sospechoso de izquierdismo, nos presenta al commendatore Conforti, un sinvergüenza de mucho cuidado, lameculos del clero, ferviente antidivorcista y... contumaz adúltero. Casado, por supuesto, con una amante cada día de la semana, salvo el domingo, que dedica al descanso de tanto refocile. Por supuesto, la película intenta ser una sátira de aquella Italia que combinaba la modernidad con las costumbres más pacatas y atrasadas de las edades oscuras.. Pero el trazo es grueso y el humor casposo, la verborrea ahoga las imágenes y, en definitiva, es un festival de muecas y guiños a cargo del Sordi más populachero. Se hace acompañar, eso sí, por un reparto femenino acorde con la vida agitada de su protagonista, desde una Anita Ekberg menos exuberante que en otras ocasiones, hasta una jovencísima Laura Antonelli, antes de que empezara a desnudarse entusiásticamente en Malicia. Giulietta Massina aparece como su (nada) sufrida esposa, Bibi Andersson debía tener ganas de conocer Italia, y Silvana Mangano aporta elegancia, distinción y morbo a raudales. No olvidemos a la delicada Tina Aumont, ay, desaparecida prematuramente.
En suma, mucho ruido y pocas nueces, por desgracia.
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